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2022-10-22 20:07:24 By : Ms. Eunice Lee

Detalle del actual Museo de la Ciencia y la Técnica. Foto Keith Ewing – Flickr

El auge económico que vivió Cataluña en la segunda mitad del siglo XIX sembró su territorio de colonias industriales y llenó ciudades como Barcelona, Terrassa, Sabadell, Manresa o Reus de chimeneas y gigantescas factorías; además de un trazado ferroviario que se expandió como una tela de araña de madera y metal.

El pasado de la industria textil, de cerámica, del cuero y otras actividades económicas se pueden conocer en estos museos y colonias industriales ubicadas a una corta distancia de la capital catalana, según las sugerencias de la Diputación de Barcelona.

La llegada de las fábricas Borràs y Hemalosa revolucionaron la vida agrícola de Santa María de Oló, donde tenían influencia era tan importante que se decía que el propietario ‘era el dueño del pueblo’.

La influencia de la fábrica Hemalosa era tan grande que se decía que su propietario era el dueño del pueblo

Hemalosa llego a contar con 200 telares, y su pasado se puede conocer en la antigua fábrica que ahora es el punto de información del Ecomuseu del Moianès.

Ni Manchester ni Lyon: el barrio industrial más antiguo de Europa está en Igualada. O al menos así lo indican en Turismo de la Diputación.

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Se trata del barrio del Rec, donde se conservan una decena de edificios que fueron usados como curtidurías, y donde todavía funciona 25 empresas del sector (aunque con técnicas más modernas, claro).

Si se pase por la Ronda de Rec y el Camí del Rec se ve como la acequia asoma por sectores, y para conocer más a fondo la historia de la industria local se sugiere visitar el Museo de la Piel.

El edificio principal, Cal Boyer, detalla cómo es el tratamiento de las pieles, y en el vecino Cal Granotes se puede ver cómo era el procesamiento manual hasta la llegada de la mecanización.

La llegada de Roca Umbert dio alas a la galopante industrialización textil de Granollers y el Vallès Oriental, donde se producían desde los hilos de los tejidos hasta la confección de los vaqueros.

En el centro cultural Roca Umbert se pueden ver las antiguas calderas y motores que daban energía a los telares

Actualmente es un espacio dedicado a las artes, con una biblioteca y un centro de creación visual, pero es posible visitar el sector que proveía de energía a la planta.

Se trata de La Térmica, que conserva las antiguas calderas, generadores y motores que daban energía a los telares.

A la vera de los ríos como el Llobregat han crecido las colonias industriales, en parte para evitar los conflictos obreros que se generaban en las ciudades y también para ofrecer mejores condiciones para los trabajadores.

Una de las pocas que tras el cierre de la fábrica ha logrado sobrevivir es Viladomiu Nou, que hasta 1991 alojó a empleados y familiares de la fábrica homónima.

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Actualmente viven 250 personas, mientras que la planta ha vuelto a estar en marcha.

Al pasear se pueden ver muchas viviendas e instalaciones que han quedado intactas, como la Torre de Amo. Allí residía el propietario cuando visitaba la fábrica, y fue reconvertida en museo para conocer cómo era la vida cotidiana en este pueblo industrial del Berguedà.

A minutos de Barcelona se encuentra una antigua fábrica de cerámica que proveyó las baldosas que se encuentran en el Palau Güell, el Palau de la Música o el Hospital de Sant Pau.

La Rajoleta era la proveedora favorita de Gaudí y otros arquitectos modernistas, y su Museo de Cerámica permite ver cómo eran los antiguos hornos de cocción, entre los de cuello de botella, los árabes y los de reflejo metálico.

La Rajoleta era la fábrica de cerámicas favorita de Gaudí y otros arquitectos modernistas, que elegían sus elaboradas y coloridas piezas para revestir sus obras

En el lugar se detalla cómo era el proceso de elaboración de estas coloridas piezas, y por qué fue elegida por tantos arquitectos a fines del s.XIX y principios del XX.

Terrassa fue una de las ciudades cercanas a Barcelona donde la industria textil despegó con fuerza. Varias de sus plantas fueron diseñadas bajo los parámetros del modernismo, como hizo Lluís Muncunill y Parellada con la fábrica que aloja al actual Museo de la Ciencia y la Técnica de Cataluña.

Su nave de 11.000 m2 con la cubierta de bóveda catalana -que recuerda a los dientes de una sierra- es impactante, en un gigantesco espacio expositivo que se divide entre carboneras, calderas y máquinas de vapor.

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Hay que ver con calma las explicaciones sobre el proceso de fabricación de los tejidos de lana, que fue la locomotora industrial de la ciudad.

A no perder de vista su calendario de exposiciones temporales, como la actual dedicada a la industria del café, la de la producción de medicamentos y la de ‘Carpinteros de ribera de bolsillo’, entre otras.

Nada de lo que hemos visto habría podido ser realidad de no ser por el impulso que han dado los ferrocarriles.

El antiguo depósito de locomotoras de Vilanova i la Geltrú, a pasos de su estación, presenta a estas máquinas y diversos vagones de todas las décadas, abierto tanto a apasionados por los trenes como a los que quieran tener otra visión de la historia regional.

Entre los puntos destacados está la plataforma para rotar locomotoras, la recreación de una antigua estación ferroviaria y la locomotora a vapor Mataró, la primera que circuló en España.

Juan Pedro Chuet-Missé es redactor de Cerodosbé/Tendencias desde 2017, y del Grupo Economía Digital desde 2015. Especialista en destinos fuera de lo común, cultura, estilo de vida, viajes y todas aquellas historias que vale la pena contar.

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A la vera de los ríos como el Llobregat o en medio de las ciudades del litoral catalán la industria textil o de cerámica junto con el ferrocarril han dejado interesantes huellas históricas que se pueden visitar

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